¡Ahhh… maternidad y sus contrastes!.
Todas tenemos nuestros días buenos y malos. Hay momentos en la maternidad en lo que todo parece ir bien y otros en que todo está patas arriba. Cuando todo va bien, ni nos quejamos, estamos felices por el día a día de nuestra rutina fluyendo de maravilla, pero por el otro lado, hay momentos de mucho estrés, frustración y dificultad, en donde es fácil sentirnos mal, llenarnos de agobio, culpa y es cuando dudamos de nuestras habilidades como madres y entra la presión autoimpuesta por hacer todo bien, ser perfectas y ser una buena madre.
Y ¿qué es exactamente ser una “buena madre”.
¿Es una buena madre la que amamanta a su bebé hasta que tiene dos años? ¿Es la madre que nunca pierde la paciencia? ¿Es la que se queda en casa con sus hijos? ¿O es aquella que vuelve al trabajo y logra hacer malabares entre todos los roles que le toca desempeñar?
¿Es aquella madre que madruga para preparar hot cakes orgánicos en forma de Mickey Mouse? ¿es la madre que siempre pone a los demás antes que a ella? ¿es la positiva que siempre esta de buenas mientras mantiene una casa ordenada y limpia? .
¿Es una buena madre la que maneja un matrimonio feliz? ¿Es la imperturbable, la que jamás duda y sabe manejar sus emociones?
No lo sé. No soy ella.
Estoy muy lejos de la perfección de la buena madre y aunque soy muy feliz, reconozco que hay veces en que la maternidad es un torbellino que va dejando a su paso agotamiento, dudas, culpas y agobios. La maternidad es ruda, caótica, imperfecta…pero también es hermosa e increíble y por ello creo que de alguna manera todas necesitamos abrazar el caos e imperfección con todo y aquello que nos hace vulnerables y sensibles, porque de esta manera podremos enseñar a nuestros hijos que no somos todo terreno, que no tiene nada de malo mostrar nuestras emociones, que la perfección aparentemente solo existe en las redes sociales de algunas influencers y que en el mundo real, las personas algunas veces fallamos, que no debemos tenerle miedo a los errores, porque finalmente la mejor herramienta que tenemos es poder aprender de todo esto, levantarnos, construirnos, perdonar, disculparnos y amar a los nuestros por sobre todas las cosas.
La imperfección es buena y algunas veces en la maternidad viene acompañada por satisfacción, pertenencia y propósito.
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¿Mala madre?, quien sabe. Imperfecta, honesta y muy real…totalmente. ¿Quién se une a mi club?
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