Las cosas más difíciles de contar son las que nosotros mismo no llegamos a comprender.
Elena Ferrante. La hija oscura
Elena Ferrante y velo que envuelve su identidad se hace presente nuevamente en #MamáTambiénLe, ahora con su novela «La hija Oscura».
Este libro nos trae a Leda, maestra, divorciada y madre de dos. Un día sus hijas ya grandes no están con ella y en lugar de ver una madre con el peso de la ausencia o dolor o melancolía…vemos a una madre liberada que decide tomarse unas apacibles vacaciones en la playa, hasta que sus días tranquilos cambian al toparse con una familia y nos presentan una proyección sobre la propia maternidad que Leda tiene al robarse a una muñeca.
Lectura Recomendada
Un paseo por los recuerdos de Leda: el peso aplastante de la maternidad, la responsabilidad y el vínculo que estrangula, la presión de la perfección, la crítica ajena, la soledad, la culpa por equivocarse o tomar la decisión incorrecta, el sentimiento constante de querer salir corriendo….así es como la hija oscura nos muestra de forma realista la maternidad y de lo que muchas veces no se habla. Rompe con el mito del instinto maternal o nos convertimos en una madre desnaturalizada, porque nos que cansamos, porque pensamos diferente, porque rompemos con el patrón de una maternidad abnegada o sacrificada, porque buscamos satisfacer nuestras necesidades particulares…Nos muestra la ambivalencia de una maternidad cruda, sin endulzar, agotadora y asfixiante frente al deseo individual de no perder la identidad y anteponer (quizá temporalmente) a la mujer más allá de la maternidad.
Te dejo más de este libro
- “Las cosas más difíciles de contar son las que nosotros mismo no llegamos a comprender”
- “Me sentí milagrosamente desvinculada, como si una obra difícil, llevada al fin a su término, hubiera dejado de ser una carga”
- “Cuantas cosas se hacen y se dicen a los niños en el secreto de las casas…”
- “Me puse la muñeca sobre las rodillas como para que me hiciera compañía, porque la había cogido. Custodiaban el amor de Nina y de Elena, su vínculo, la pasión recíproca. Era el testimonio resplandeciente de una maternidad serena. Me la llevé al pecho. Cuantas cosas desperdiciadas, perdidas, tenía a mi espalda y sin embargo presentes, ahora en un vértigo de imágenes.
- “En ocasiones hay que huir para no morir”
- “Si estabas bien para que volviste? Elegí las palabras con cuidado. – Porque me di cuenta de que no era capaz de crear nada mío que pudiese equipararse a ellas. ¿Entonces volviste por amor a tus hijas? – No, volví por el mismo motivo por el que me había ido: por amor a mí misma
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