“En lugar de comprarle a tus hijos todas las cosas que nunca tuviste, mejor enséñales todas las cosas que nunca te enseñaron.”
Bruce Lee
Piensa en tu infancia, específicamente, en tus recuerdos navideños. Tus memorias más queridas pueden parecerse a los olores en la cocina de la abuela, el intercambio del amigo secreto con tus primos, el bullicio y la emoción de ir a dormir para despertarte a primera hora de la mañana para abrir cajas y regalos: Muchas veces recibíamos ese juguete que tanto anhelábamos y otras veces simplemente había algún presente con nuestro nombre, aunque no era el regalo soñado, pero que de igual manera te sorprendía y agradecías tener. ¿Será esta la razón – algún tipo de “trauma”, chiflazón o gusto-, del que los padres hacemos hasta lo imposible porque nuestros hijos tengan sus deseos en navidad y por que por una absurda razón nos han hecho creer que la magia es eso…regalos, derroche, ropa cara, sesiones de fotos, decoración extravagante, fiestas super producidas, gasto excesivo…pfff
Vivimos en una sociedad consumista gracias a la publicidad, a las redes sociales, a las comparaciones, opiniones ajenas y quizá a las carencias que tuvimos en nuestra infancia y en donde muchas veces asociamos la cantidad de regalos (o el costo de estos) con amor y felicidad y por consecuencia nuestros hijos están creciendo como niños “hiperregalados” …olvidando que quizá, (ojalá así sea) son las experiencias, el tiempo que pasamos con ellos, nuestras acciones y verdaderos detalles, los pilares que fortalecen los mejores recuerdos.
No me mal interpreten, no creo que sea malo dar regalos en Navidad, pero por una parte pienso que cuando no endeudamos, estresamos o andamos ansiosos debido a los gastos, es momento de reevaluar como manejamos las fiestas en la familia o si no fuera el caso, el dar demasiados regalos no necesariamente hará que nuestros hijos se sientan más amados y quizá aprecien menos el esfuerzo que hacemos, sean menos agradecidos y con el tiempo pierden la capacidad de ilusionarse, de ser sorprendidos o se llenen de frustración por no tener todo lo que quieran.
Mantengamos expectativas razonables…aterricemos a nuestros hijos en la situación de nuestra familia, pero no demos el bajón a la emoción y el entusiasmo de la navidad, practiquemos la gratitud en nuestros niños, fomentemos el desapego, la caridad y la empatía, frenemos un poquito el materialismo y apostemos a las experiencias y al tiempo dedicado a nuestros niños sobre la cantidad industrial de regalos en la sala.
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